Cuando todas las cartas están sobre la mesa, cuando el as bajo la manga ya fue usado, cuando el juego terminó ¿qué hago? No quiero saber de ganadores y perdedores.
Si te digo todo lo que te digo no es para saber tu respuesta, es porque si no lo hago cada palabra, cada pensamiento me empieza a quemar… ¿y qué hago?
No sé qué hago, ni que hice, pero espero no hacerlo más: prometo no hacerlo más (¡cuántas veces prometí lo mismo!).