Solo te pido paciencia. No soy buena cuando se trata de amor. No soy buena cuando se trata de dejarme de lado, de posicionarme en otra postura, de querer aferrarme a algo que no es mi propia seguridad, de dejar de pensar que algo me importa más que mi propio bienestar.
Es que cada vez que siento tu voz todo se modifica. Todo se altera. Todo tiene otro color.
Me haces ver cosas que no vi antes, nunca, con ninguna otra persona. Y eso me asusta, me extraña, me apasiona... pero a la vez, siento la necesidad de huir. Sé que no lo voy a hacer, pero ahí estoy, luchando contra mi misma y diciendo que no quiero enamorarme, pero, apareces y pierdo como el rey contra todos los jugadores.
Sé que cada cosa que hago, cada pensamiento o cada decisión a vos también te modifica... pero, ¿Qué puedo hacer? ¿Pedir perdón y huir? Yo no soy así. Nunca lo fui.
Creería en decirte que cada parte de mi alma tiene tu nombre, en este momento. Y que mi fuerza y resiliencia se sienten invadidas cuando apareces. Mi coraje toma nombre y apellido y mi cansancio solo se goza con tu bienestar. Y que cada vez que sonreís siento que los planetas se alinearon para protegernos.
Nunca vas a entenderme, no me culpo, ni te culpo, no es nuestra culpa. Pero mi ser, mi Venus, y mi Mercurio giran entorno a tu aura.
Y no lo puedo cambiar.